Creación heroica, sin calco ni copia...

 Escrito por Hakan Ninan    

    «No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo indo-americano. He aquí una misión digna de una generación nueva»; escribía José Carlos Mariátegui en 1928 en la revista Amauta, planteando así que la revolución y el nuevo orden social por el cual luchó tenazmente hasta el día de su muerte, fuera aplicado creadoramente, científicamente. Muchos utilizaron esta frase suya para calumniarlo, quitarle lo netamente revolucionario y mutilar su esencia, que era el marxismo-leninismo. Por el contrario, esta frase no quita a Mariátegui su condición de marxista convicto y confeso; sino más bien lo afianza a la verdadera y correcta doctrina marxista, la cual es una guía y un método que debe ser aplicado a las realidades de cada país. 

Precisamente siguiendo la aplicación del marxismo a la realidad de cada país, establecido ya por el camarada Lenin, Mariátegui enfatiza: «Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo indo-americano»; nuestro Amauta señala de esta forma que debemos tener en cuenta la realidad socio-económico del Perú y América Latina, teniendo presente la estructura de nuestras sociedades, en las cuales pervive el semifeudalismo y la atadura económica a potencias imperialistas. Además, debemos tener en cuenta nuestra multiculturalidad y la diversidad psicológica según las clases sociales. De ahí, proviene la necesidad de plantear la creación de un «socialismo indo-americano», pues el semifeudalismo mantiene oprimido al hombre del campo (indio), el cual debe ser considerado como aliado principal para la revolución socialista y es una realidad no solo peruana, sino de la mayoría de países ubicados en el conteniente americano.

Para llegar a esta conclusión, lógicamente Mariátegui ya aplicó el marxismo al estudio de Perú y América del Sur, principalmente.  Después de ello, sus planteamientos sobre el inicio de la revolución socialista se asemejan a los planteados por Marx, Engels y Lenin. Por ejemplo, con respecto a la conquista del poder, José Carlos Mariátegui descartó en su totalidad el medio del parlamentarismo burgués, al cual consideraba como herramienta para el reformismo que ayudaba a sobrevivir al sistema opresor. Al respecto, Flores (2006) puntualiza lo siguiente: «La distinción de la obra de Mariátegui fue la manifestación en contra del parlamentarismo y la democracia parlamentaria, que consideraba como cosa del pasado y de un espíritu reformista y anacrónico, incapaz de llevar acciones revolucionarias» (p. 88). Sin dudar, habrá algunos izquierdistas que querrán mantener el pensamiento de Mariátegui a favor de su oportunismo e intereses personales, exclamando que eso lo manifestó «en su tiempo», tal como lo hacen ya al mostrar esperanza conmovedora por las fiestas electorales hasta cegarse dogmáticamente por tal o cual candidato —ayudando a engañar a las masas populares—. Para desdicha de nuestros revisionistas de izquierda, la realidad sigue dando la razón a José Carlos Mariátegui: Todo el parlamentarismo burgués y los procesos electoreros tienen parámetros preestablecidos en las que se aparenta democracia, donde se disputan representantes de las clases opresoras de un ramo y otro (capitalismo financiero y comprador), en las cuales, los que controlan los hilos de estas marionetas retorcidas, crean espectáculos al estilo de un gran prestidigitador y con los cuales nos quieren hacer tragar el mismo cuento de hace 200 años («Todo el arte de la guerra se basa en el engaño», justificadamente enseñaba Sun Tzu). 


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