JOVALDO: Generación y movimiento artístico popular*

     Por: J. Miguel Vargas Rosas

    Es difícil hablar de José Valdivia Domínguez (JOVALDO), precisamente porque existe poca bibliografía de y sobre él. Muerto en El Frontón, se le ha sentenciado como un “terrorista desaparecido”, tratando de eliminar los rastros de su obra poética, al igual que intentan borrar la historia del desarrollo del movimiento de artistas populares, el cual alcanzó la cumbre máxima a mediados de los 70 para expandirse hasta la primera mitad de la década del 80. Poco se ha dicho sobre esto e incluso se ha buscado plantear a través de textos bastante promocionados que el arte popular solo lo representan la chicha o las cumbias fiesteras. 

    ¿Por qué colocar a Jovaldo dentro de la rama poética? Si acudimos a la conceptualización de la literatura, descubriremos múltiples definiciones proporcionadas desde la óptica de cada movimiento como los formalistas o los marxistas. Sin embargo, es necesario enfocar de la siguiente manera a la literatura: “Quizá haga falta un enfoque totalmente diferente. Quizá haya que definir la literatura no con base en su carácter novelístico o ―imaginario‖ sino en su empleo característico de la lengua. De acuerdo con esta teoría, la literatura consiste en una forma de escribir, según palabras textuales del crítico ruso Roman Jakobson, en la cual "se violenta organizadamente el lenguaje ordinario"” (Eagletón, 1998. p. 5). Dentro de esta definición literaria, encajan perfectamente los poetas populares, incluyendo Nicomedes Santa Cruz. Al analizar la lengua de la literatura o la literariedad como le denominaron los formalistas rusos, se debe examinar los tres niveles principales del lenguaje literario: Nivel fono-acústico; Nivel gramatical y Nivel semántico. A esto debemos añadir que “las obras literarias se presentan individualmente como textos que son acontecimientos en la serie histórico-cultural” (Ramírez, 2017. p. 2). 

    La poesía de Jovaldo precisamente cumple, junto a la obra de los artistas populares de su generación, con ser “acontecimientos en la serie histórico-cultural” peruana, al reflejar el sentir o el pensamiento de la juventud de su época. Adentrándonos al análisis de su lenguaje, JOVALDO elabora el nivel fono-acústico de forma tal que expresa sentimientos y procesos psicológicos fáciles de interpretar y de repercutir en el sentir y la psique de los lectores o del pueblo en general. El Nivel gramatical también es elaborado con audacia, fluidez, ornamentado con rimas y con el uso constante y recurrente del hipérbaton para dotar de belleza a sus textos. Semánticamente sabemos que sus palabras tendían hacia un mensaje directo, aunque en varios poemas utiliza la metáfora ligera y la polisemia, con la cual dota a sus versos de un sentido sátiro. Nos encontramos entonces ante un poeta, popular, pero poeta que despertó el odio rotundo de las clases dominantes por no vender su espíritu ni “cortejar y adular el gusto mediocre de la burguesía”, como dijera Mariátegui. La mayoría de los artistas populares intentaron hacer del arte lo que Lenin planteara como rol del mismo: “rueda y tornillo de la revolución”. Intensas fueron las luchas emprendidas por las organizaciones de artistas populares, encabezadas por la CTAP-19 de julio, quienes codo a codo desde 1977 combatieron - con mayor vigor - junto a la clase proletaria y campesina. Hambrientos, compartían un solo plato de comida entre cinco personas, mientras reflexionaban en voz moderada sobre la transformación social del país. Jovaldo es el ejemplo del escritor ávido por vivir de su arte, pero es sometido a la miseria y la muerte prematura porque no cae en el estilo rimbombante de la literatura decadentista o de la podredumbre burguesa. A él le está negado la difusión en los grandes medios de comunicación oficiales, así como a los artistas que van de la mano con las protestas populares. Aquí cabe enfatizar “toda clase dominante apoya, difunde y promociona a los artistas que favorezcan sus intereses”. Solo aplicando esta verdad universal, se puede explicar la miseria económica de uno de los más grandes poetas surgidos en el Perú: César Vallejo. 

    Sin embargo, más adelante, casi ya en el crepúsculo de su existencia, la poesía de JOVALDO decae en calidad cuando esta se convierte en un material partidario en el sentido de cantarle a un Partido Político y le da un tono de panfleto a sus escritos (Esto sobresale en los textos de carácter político escritos durante su reclusión – aproximadamente constituyen solo el 35% de la totalidad de sus creaciones conocidas y escritas durante su corta vida -, salvo las composiciones románticas y/o familiares). Parafraseando a Vallejo, quien hiciera literatura proletaria tanto en verso como en prosa y literatura llamada “humana”, inexorablemente ligada a su posición proletaria, una obra literaria no debe ser partidaria o de partido, debe trascender su época y calar en el espíritu del hombre. Al separarse de esto, JOVALDO, asiduo seguidor de César Vallejo, disminuye su calidad poética. Sin embargo, esto no puede ser utilizado como excusa para darle desmérito a toda su obra literaria popular y quienes hacen esto es porque precisamente sirven a una clase social diferente a la que defendía JOVALDO y los artistas de su generación. Por lo señalado anteriormente, se debe comprender lo siguiente: «En cada literatura nacional hay dos literaturas. No se debe decir que la cultura y la literatura burguesas no son nacionales. Pero tampoco hay que admitir lo contrario. Es decir, no debe admitirse que -ni por olvido, error u omisión- se diga o se pretenda hacer pasar el contrabando escamoteador de que la poesía clasista (y, dentro de ésta, la poesía o la literatura proletaria) no forma parte de la literatura nacional. Pero se exige esto no para igualarlas, sino -todo lo contrario- para diferenciarlas» (Carmona, 1985. p. 224) y precisamente esta postura la tendremos en cuenta en adelante para observar el panorama, aunque a grandes rasgos, de la generación viviente de escritores, dividida según la clase social de sus obras literarias. 

    Acudimos a un presente comercializador, en el que el artista para sobrevivir – esto es una cruda realidad latente desde mucho antes y a la cual Mariátegui ya se refirió – tiene que enajenar su espíritu, vender su libertad, ni más ni menos como una mercancía. Hay quienes lo hacen con todo el alborozo del mundo; prostituyen su alma a través de sus obras tan solo para adular el gusto cada vez más mediocre del burgués. Y la prensa, financiada también por el señor capitalista, cumple un rol de suma importancia. Hace más de 30 años que a JOVALDO lo desaparecieron físicamente, y los artistas populares peruanos de su generación fueron encarcelados, perseguidos, desterrados, para que con ello la prensa pudiera colocar en la palestra a los artistas y escritores mediocres, quienes se ufanan de defender el liberalismo, construyendo obras literarias simplonas, exiguas de técnicas lingüísticas, de profundidad, de humanidad, esforzándose en avalar la moral degradante de la clase dominante. Ejemplo de ello Jaime Bayli (diálogos paupérrimos y redundantes), Vargas Llosa “El pornógrafo” (Las cinco esquinas) o Vargas Llosa “el aristócrata” (Lituma en los andes y su construcción lingüística racista y falsía), Santiago Roncagliolo (cuyas obras tienden a ser copias baratas de las obras policiales norteamericanas), Cueto (quien olvida la coherencia de sus historias y recae en estilos y contenidos simples), etc. Por otro lado, esa misma prensa y la crítica vendida, aduladora, busca hundir en el olvido a escritores populares, a los de corte proletario o lanzar bravuconerías en su contra. Por ejemplo, Julio Carmona hace poco fue calumniado por Cronwell Jara. Y pese a su alto nivel literario como la profundidad grande en su narrativa poco se dice sobre la obra de Martín Reátegui.

     Los artistas populares no han podido recuperar el brío de los años 70, pero urge forjar un movimiento grande de los mismos que remeza todo el país junto a las luchas del pueblo. Paralelamente, debe crearse una literatura profunda, proletaria, trascendental, teniendo en cuenta los niveles de complejidad del arte planteadas por Mao Tse-tung y el planteamiento de “arte en la revolución, revolución en el arte” que va muy ligado a lo señalado por nuestro Amauta: “Más que artistas nuevos, necesitamos arte nuevo” y contraponerla a la literatura de élite, para lo cual es necesario acompañarla de una prensa también proletaria. En conclusión, en todos los aspectos la lucha de clases se desarrolla con mayor ahínco cuanto mayor es la gravedad de la crisis del sistema. 

*La semblanza un poco más detallada sobre la literatura peruana actual, escrita por el mismo autor, será publicada próximamente en otra revista. 


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